


Sistema B: la oportunidad para que la gastronomía mejore su cadena de valor
El sistema B es un nuevo tipo de negocio que busca combinar lo económico con lo ambiental y social. En el mercado gastronómico incentiva a obtener insumos más sustentables.
Por: Julia Rüttimann
Detectar a un grupo de mujeres humildes que producen salsa de tomate en el barrio San Martín de Mendoza para proponerles que sean las proveedoras oficiales de tomate triturado de un restaurant. Entregar de manera gratuita el aceite usado a una empresa que fabrica jabones. Reducir el precio de las viandas de comida cuando se eligen envases retornables en lugar de los descartables. Estas son algunas decisiones que se toman en el restaurant La Marchigiana y la empresa de viandas saludables De La Olla que a través de su empresa quieren generar aportes sociales y ambientales.
Sin saberlo, estas dos empresas estaban siendo parte de una concepción de negocio que nació en Estados Unidos y Canadá en 2006 y hoy se conoce como Sistema B. Según el sitio oficial, lo que se pretende es redefinir el sentido del éxito en la empresa para establecer un nuevo paradigma económico en el que la ganancia no es un fin, sino un medio para resolver problemas sociales o medioambientales. Bajo este nuevo paradigma es que se fomenta la creación del tipo de negocio de triple impacto: económico, social y ambiental. Este concepto solidario y responsable no constituye una completa novedad, porque ya se ha escuchado de empresas que son más inclusivas o que cuidan el medio ambiente. Lo que hace el sistema B, según un estudio de la Universidad de San Andrés, es formalizar y legalizar este tipo de negocio y buscar que se replique en las industrias tradicionales, para que se innoven. En sí, el sistema b apunta a la redefinición de la cadena de valor y la búsqueda de insumos sustentables.
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
​
Con el boom de la comida gourmet, donde surge una mayor preocupación por la procedencia y el cuidado de los alimentos, la industria alimenticia parece tener una mayor urgencia en adoptar el sistema B. Joaquín Barbera, director de Sistema B en Mendoza, explica que lo importante es saber de qué se habla en la empresa gastronómica; hay que instalar la conversación. Él decidió instalar la conversación en el restaurante La Marchigiana, porque además de ser parte de sistema B, Barbera es el gerente de este restaurant italiano que abrieron sus abuelos hace más de sesenta años. “Se instala una conversación entre todos en la empresa sobre tener un buen impacto social y ambiental. Entonces, la conversación instalada hace que se eleven los niveles de conciencia. Eso hace que a la hora de ir a comprar a la feria, los empleados pregunten qué tipo de producto es, de dónde viene y si usan fertilizantes o no”, cuenta Barbera.
Además de cambiar la manera de pensar dentro de la empresa, en La Marchigiana lograron capacitar a mujeres locales para que sean sus proveedoras de tomate, en lugar de importar la salsa de Italia. De esta manera, Joaquín Barbera explica que sistema B ayuda a ser más conscientes, porque hay una evaluación de impacto que es online y gratuita que pregunta sobre la cadena de valor de la empresa, contacta con gente que también tiene una cadena de valor sustentable, analiza el impacto sobre la comunidad, el equipo de trabajo, etc. En sí, se busca que la empresa se constituya de manera más integral para generar un impacto.
Andrea Jatar, fundadora y dueña de las viandas saludables De La Olla, menciona que no necesariamente las empresas gastronómicas tienen una urgencia de integrarse al sistema B, porque ser conscientes de que cada empresa puede ser más amable con el planeta es independiente de ser o no ser B. Jatar conoce muy bien a sus proveedores y los productos que ellos utilizan, y asegura que en el ambiente gastronómico hay una concientización que llegó para quedarse. Pero de todas formas reconoce y sugiere: “La gastronomía se puede, y debería, enfocarse con triple impacto, porque tiene mucho por trabajar, en lo económico, social y ambiental. Así, no sólo seríamos una sociedad más inclusiva sino también seríamos más conscientes de cuánto la salud de la humanidad depende de la salud de la naturaleza”. Además, integrar a la comunidad B le dio la posibilidad de formar negocios colaborativos y sinergias con otras empresas que piensan de la misma manera.
El sistema B entonces puede ser una buena oportunidad para las PyMES gastronómicas, porque las ayudaría generar productos más sustentables y naturales, lo cual hoy en día es algo exigido por el público en el contexto de la comida gourmet.
