



Gratitude:
un espacio para alimentar el cuerpo y el alma
Liliana Callea desarrolló un espacio de expresión con su estilo de vida impreso en cada detalle. Gratitude brinda gastronomía vegana, actividades espirituales y decoración para llevar.
Por: Milagros Del Priore
Entre medio de los árboles de Avenida del Libertador, en Punta Chica, se puede ver, casi camuflado, Gratitude, un bar que invita a pasar a través de sus frases inspiradoras y los colores claros.
Pero no es solo eso, ofrece una experiencia múltiple: es un bar vegano, con propuestas para todo el día; un local lleno de elementos para regalar; y un espacio de actividades como yoga y meditación. “Se trata de un espacio de expresión, que busca demostrar que se puede vivir y disfrutar en gratitud, agradeciendo al universo las infinitas oportunidades que a diario regala”, afirma la diseñadora gráfica Liliana Callea, su fundadora.
Después de 20 años de trabajar para el desarrollo de imagen de diferentes marcas, Callea decidió cumplir su propio sueño. Hacía tiempo que quería plasmar su impronta en un proyecto propio, y, con el impulso de su familia, lo concretó hace casi 6 años. Gratitude nació como un espacio de decoración únicamente, pero su dueña detectó la falta de oferta de espacios que se dedicaran a la comida vegetariana, entonces, al año de su fundación, incorporó un menú austero, con café, té orgánico y jugos naturales. “La gente aceptó muy bien la propuesta. Tuvo un volumen inesperado, entonces agregamos opciones para los diferentes momentos del día”, cuenta su dueña.
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Belén Rodríguez Traverso, segunda hija de Liliana Callea, la describe como “alegre, jovial, enérgica y espiritual”. Adjetivos que podrían hablar de ella como de su local. “Junto a mi hermana participamos mucho de Gratitude, lo que le da un estilo personal y familiar”, comenta Belén. Agrega que admira de su madre su energía y las ganas de vivir “a pleno” cada día, sin que nada la frene. Liliana, o “Lili”, como la llaman, no para nunca. Vive en constante creación, a cualquier hora del día. Se declara fanática del blanco y de la decoración, lo que convierte a su casa en una suerte de segundo local. Su estilo de vida se corresponde con su producto: se forma a menudo espiritualmente, en diferentes cursos de astrología, energía, y respiración, que se reflejan en la filosofía de Gratitude y en sus frases características que se encuentran en cada producto o rincón.
El espacio se diferencia del resto: logró captar el boom gastronómico y hacer de él un estilo de vida. Propone llenar el cuerpo con gastronomía de calidad, el alma con talleres de yoga y respiración y el espacio personal con productos para el hogar, todo en un mismo lugar, une a los pequeños productores y emprendedores y atiende las necesidades que el mercado no suele tener en cuenta. “Son propuestas para una alimentación distinta pero rica”, sostiene la creadora. Para eso, cuenta con un almacén natural, donde vende productos para llevar como dulces elaborados en Bariloche, aceite de oliva de Mendoza, plantas aromáticas y productos sin gluten.
El boom no para: además de los locales de San Fernando y San Isidro, Gratitude está pronto a abrir su tercer local, en Palermo Viejo. Callea busca estar en los lugares mas fuertes del país, y se ilusiona con el próximo paso: “a futuro queremos vender franquicias en el interior, para que todos tengan un Gratitude cerca”.
Crédito: Milagros del Priore.